lunes, 24 de septiembre de 2012

Golpes que se retienen

Caminó sin detenerse imaginando que trepaba las paredes, luego de leer infinitas veces "La metamorfosis" de Kafka y mimetizarse con la apariencia de un insecto. A fin de cuentas, paulatinamente las circunstancias lo habían llevado a convertirse en uno y sentirse como tal. Avanzó por el costado del ducto de la chimenea, el calor fundía sus venenosas y pequeñas garras. Apreció el fuego y supo que era su sitio. Con una cuchara, cavó un agujero en su pecho, hizo un movimiento de palanca y su corazón ensangrentado ardió en las llamaradas. Entre el humo emanaban sueños que nunca realizó, decepciones y dolores variados. Las mejores sensaciones las atesoró en su mente, sabiendo que durante su último aliento podría experimentarlas para recordar que vivir y morir nunca fue en vano.



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