jueves, 19 de enero de 2012

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Cuando dicen que uno debe definir su año con una palabra, nunca puedo. Hoy no será la excepción. Creo que mi 2011 comenzó con una carga emocional super grande, con una derrota maestra que hasta el día de hoy duele, está ahí la herida y no hay siquiera un atisbo de costra o cicatrización.
Creo que afiancé lazos con algunas personas, mientras que con otras se disolvieron en el silencio de la madrugada. No se puede tener todo en la vida.
Me reencontré con mi mejor amigo del colegio, ese fue el #TT de mi año, lo juro. Fue descubrir que nos alejamos por los motivos erróneos. En realidad nunca fueron “nuestros” motivos. Era algo mucho más externo a nosotros de lo que vimos.
Hubo buenos carretes, con mucha distorsión, risas y locuras. Malos carretes también con peleas y situaciones fortuitas que empañaron todo.
Son equilibrios cósmicos naturales.
Siempre pensaré que el 2010 fue mi año de los carretes, los mejores de mi vida, en serio. Así como Adele tiene su cd “21”. Para mí, los 21 fueron mis años, junto con los 19 (coincidencias que no me explico).
Dentro de los lazos, creo que las personas que fueron quedando de lado, dejaron de existir paulatinamente y las que aparecieron (o se mantuvieron) siempre los consideraré mis amigos del alma.
Re-conecté con mi mejor amigo, encontramos los tiempos y todo calzó perfectamente. Es como si la vida a gritos te dijera que no por nada un día místicamente tienes un contacto nuevo en msn y no te separarás más de él. Y está conmigo desde el 2007.
Dejé atrás a mis ex y las cargas emocionales que ello conllevaba (fin del topic).
Aprendí a tener (un pocooooo más de) paciencia, a saber esperar, a dejar las cosas al tiempo a veces. A sentarme a esperar por las cosas a que sucedan.
Con mi papá encontramos las instancias para compartir, para intercambiar gustos en común, para sentarnos simplemente en la misma habitación a ver alguna serie y comentarla. O burlarnos del gingle de la isla de giligan.
Entendí que la familia lo es todo, que a pesar de no elegirla, siempre estarán ahí para tí. Quizás no conozcan todo lo que te pasa o tus secretos sórdidos o todas tus penas a cabalidad, pero es esa sensación de saber que alguien está a tu lado, de que te acompañan, de que ante cualquier cosa estarán ahí.
Volví a compartir con mi tía, mi prima y mi abuelita. Ese departamento me hizo bien, lo juro. Es como mi safe place muchas veces.
Aparezco más en las fotografías de mi familia paterna, en los eventos importantes de mis seres queridos de Santiago. Eso me lo debía hace años y nunca lo hacía.
Pude hacer planes en base a mí, a mi vida, a lo que deseo. Soy capaz de proyectar cosas que haré y proponerme lograrlas.
Pateé traseros en los exámenes de la Universidad. Creo que nunca me fue tan bien. Y orales, eso fue lo mejor. Espero ser un ejemplo de estudiante.
Nos reconciliamos con mi mamá de maneras implícitas y poco esperadas.
Otro punto importante, es que soy el Finn Hudson de una Rachel Berry (sí, papeles invertidos full), que me soporta, me aguanta, me contiene, me aconseja, me consuela, me hace reír. Y por sobretodo tiene una mirada nueva, distinta. Nuestra última cita (como tal), me miró de manera diferente. Creció, se convirtió en una persona más grande, con más belleza, con más determinación. Me gustó esa nueva personalidad.
Mis perritos me iluminaron: Martín y Florencia por más que no hablen, con su mirada dicen todo, me apoyan, me acompañan, me necesitan, me dan alegría. Son lo mejor que me pudo pasar.
Y mis amigas de Santiago. Siguen siendo las mismas, apoyándome en todo y estando demasiado presentes, a pesar de la distancia.
Eso fue el 2011. Y el 2012 ojalá venga mucho mejor.

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