lunes, 6 de febrero de 2012

Hace harto que no me detenía unos momentos en el computador. Ni ganas, ánimos o fuerzas para hacerlo. Creo que es la peor manera en la que imaginé comenzar el año: perder a mis dos pequeñitos. Me destruye de a poco saber que andan por ahí, que no tengo idea de sus paraderos, que están separados, que pueden pasar hambre o frío. Aunque los conozco, uno conoce a su gente, sabe de lo que son capaces. Martín es capaz de alimentarse hasta de piedritas si es posible y corre rápido, eso me tranquiliza. La Flo es otra cosa, con su cara de amabilidad tiene que haber derretido el corazón de alguien que puede tenerla en su poder y espero la devuelva.
Y Juan Herrera pasó por las peores, negras, lo adverso ante sus ojos. Sé que es ficción, pero debo buscar maneras de aferrarme, de tener fe que encontraré a mis perritos, que la pesadilla pasará y podré volver a ser feliz (y más aún) luego de recuperarlos. He podido ver el apoyo colectivo, las personas que me han apoyado, la ayuda que he recibido de personas que nunca esperé, la compañía eterna de mis amigos, que hoy tienen un cetro diferente, especial, dorado por haberme impulsado a continuar, a pegar carteles por todas las calles hasta el cansancio, por tocar timbre por timbre, preguntar a cada persona que vive en las casas del barrio si ha visto a la Flo o a Martín. Algunos amables responden que no y que cualquier cosa avisarán y a otros les resulta indiferente y te miran como diciendo que eres imbécil y descuidada.
Juan Herrera viajó a Argentina, buscó por cielo, mar y tierra a su hija que se fue exiliada, su familia se expuso a todo y la encontró. Un alma caritativa se apiadó y llevó a Claudia de vuelta. Quiero creer que en la vida real también existen personas así, buenas de adentro, con sentimientos, que son empáticos y capaces de entender el dolor ajeno en cuanto a pérdidas se trata. No quiero rendirme, estoy agotada, muerta, cansadísima, apenada pero no quiero rendirme, y me canso aún más por obligarme a no levantar los brazos.
Aunque me cueste sangre, sudor y lágrimas, encontraré a la Florita y al Martín. Quiero creer, tengo que creer, creo que pasará. Sé que los encontraré.

1 comentario:

Anónimo dijo...