lunes, 8 de agosto de 2011


Siempre que escucho Flaca de Calamaro me acuerdo de mi papá. Esa canción sonó tanto en las radios cuando era chica, siempre que íbamos en el auto y era todo lindo. Admito que siempre fui extraña psicológicamente y pensaba más de la cuenta, desde chica, creo que incluso cuando era embrión me preguntaba un millón de cosas que nunca nadie imaginaría. Es chocante ver cómo hubo “tiempos dorados, un pasado mejor” y quienes viven conmigo no lo entiendan y me tilden de agresiva o amargada o pesada. Con mis amigos no soy así. Mi mamá hoy me dijo que yo estaba llena de odio por dentro y rencor. Siempre que le digo algo muy cierto, lo evade de esa manera.
Me molesta la falta de objetividad y de seriedad para tratar ciertos temas: si quieres encararme, conversemos, pero TODO, que nada quede fuera. Sin huír eso si cuando las palabras empiezan a herir por su propia significancia, sin añadiduras pendejas.

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