viernes, 21 de enero de 2011


En ocasiones no dejo de pensar en mis errores y mis dolores, las situaciones que me provocan tristeza y los finales que he tenido que presenciar y vivir, protagonizar y en ocasiones evadir. Y ya no sé qué es lo que pretendo explicar una noche como hoy, cuando no deseo morir y tengo pánico a envejecer, sabiendo que el diablo está en todos lados, metiendo su cola en todos lados. Y al transcurrir mi camino, he visto cómo he pasado de querer a alguien a que pase a ser un mero (des)conocido, y cuando solamente he observado a alguien a lo lejos y hoy puedo sentir sus brazos rodeando mi espalda. Y yo soy una extraña y no me preguntes si te amé, porque te amo, sí, a ti te amo. Y me han mentido, preguntándome con cinismo si alguna vez les he mentido. Se pilla más rápido a un mentiroso que a un ladrón, en ocasiones cuesta que las verdades sean descubiertas, pero mientras más tiempo pasa y más se planea una excusa y/o coartada, cuando la gente piensa ser un genio, un Einstein de las mentiras, de tanto pensar qué dirán, se pisan la cola solos y sus palabras suenan asquerosas, increíbles, exageradamente preparadas, como sacar a un pez del mar y pretender que saque sus alas para volar, que sus agallas le permiten elevarse entre las nubes. Y las cosas van quedándose detrás, sabiendo quienes y cómo me mintieron, simplemente me callé, sabiendo que me ocultaron toda realidad. Y qué más da. Sé muchas cosas, pero me tranquiliza saber que solamente las conozco yo, cuando el resto piensa ser más astuto.

No hay comentarios: