martes, 8 de diciembre de 2009

Viviendo en una burbuja


Quiero que escuchen mis objeciones pero sé que solamente me harán callar. No quiero dejar mi lugar, no quiero que me despojen de mi cama, no quiero que revienten mi burbuja. Seré tan vulnerable fuera de ella, expuesta a miles de sufrimientos, infecciones y decepciones. No quiero perder la capacidad y el privilegio de poder llorar en privado dentro de mis cuatro paredes. Años antes pude apaciguar el exilio, escapar antes de que me echaran, tomar mis maletas por mi cuenta, sin necesidad de que volaran por el aire mis poleras y pantalones. Ya no puedo escapar, no tengo donde esconderme, mi estrategia de huída está completamente vacía y no tiene fundamentos ni autores intelectuales. A veces quisiera tener una vida normal para intentar sentir que eventualmente podría encajar, que mis diferencias son algo positivo y no algo incriminativo ni excluyente. Estoy cansada. Me duelen los ojos como si hubiera vomitado litros de alcohol luego de una borrachera, la diferencia es que estoy sobria. Suelo perder, eso me molesta. Nadie dijo que la vida era justa entonces no tengo derecho a reclamar ni exigir un reembolso o una indemnización. A veces siento que yo floto mientras todos vuelan. Aprecio cosas tan poco valoradas como la privacidad, el respeto, la libertad de decir o hacer lo que te parezca conveniente, los deseos de luchar. Hay días en que yo hablo entre sordos, siendo lo más patético del caso el hecho de que no existe ademán de leerme los labios o mis expresiones faciales ya que todos cierran los ojos. He visto un par de salidas, donde las puertas están frente a mí pero quienes sostienen las llaves que las abren simplemente no me brindan esas ganas locas de invitarlos a escapar conmigo. Hay noches en que desearía cerrar los ojos y despertar en otra época, cuando todo era mejor años atrás o cuando todo se verá mejor meses más adelante.

Decepcionarme ya es algo frecuente que ya no me duele, solo causa una comezón incómoda de la cual no me puedo librar. A veces desearía que la gente leyera mi mente. Otras simplemente adoraría no conocer a nadie y ser un ente anónimo. Quisiera sentir corriendo por mis venas mi condición de ser libre, la que algunos desean porque no tienen y la que otros envidian porque la perdieron. Quiero nadar por todos los océanos sin cansancio hasta sentir lo que espero que recorra toda mi columna en forma de escalofrío. Algunas tardes quisiera borrar algunos episodios de mi vida y me frustra descubrir que es imposible. Cada minuto que pasa siento más pánico de envejecer, de notar que el tiempo solamente me ha dejado despojos y limosnas por mera compasión. Con el paso de las tristezas he comprendido que escribir me mantiene viva, establece un nexo entre mi mente y mi alma, quien le dicta a mi corazón los últimos acontecimientos. Algunas mañanas solo fantaseo con caer tan fuerte que me desvaneceré en el aire antes de que mi cuerpo golpee el suelo.


(Título sacado de "Living in a bubble" de Eiffel 65)

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