lunes, 21 de enero de 2008

Te esperaba y todavía espero


Vestido, flores, maquillaje, zapatos, lindo peinado, pianista, pétalos para ser lanzados en el aire y lo más importante: novio. Siempre soñó con casarse pero nunca pensó que se haría realidad. De pie frente al espejo estaba mirándose. Tomaba la cola de su vestido y la elevaba unos cuantos centímetros del suelo. Sonreía, luego volvía a su expresión seria, se acercaba más a su propio reflejo y acariciaba sus mejillas virtuales, con sus manos tocaba solamente la imagen que se formaba detrás de ese vidrio, pero nunca su propia cara por temor a estropear su maquillaje. Se sentó un momento en un pequeño banquillo de color pastel que había sido comprado exclusivamente para la ocasión. Llamaron a la puerta pero ella no se movió. Descansaba su cabeza sobre sus delgadas manos y pensaba en su vida, en cada cosa que había hecho y dejado de hacer. Las damas de honor quedaron sin palabras al verla: era la novia más linda que alguna vez podría haber existido, esa elegancia que según todos estaba dada por el vestido que había sido confeccionado por un prestigioso diseñador europeo, pero al mirarla más detenidamente, era su espalda descubierta la que le brindaba una prestancia tan exquisita que podría ser devorada en un banquete. El novio golpeó la ventana ansiosamente para poder ver previamente a la novia, ya que según él, prefería estar preparado y no verla de improviso, porque a causa de su deslumbrante belleza podría dejarlo impactado y sin la capacidad de reaccionar en la ceremonia. Las damas de honor con una sonrisa en la cara cerraron las cortinas y le enviaron un beso al novio a través del vidrio. Todos lanzaron una carcajada. La novia permanecía sentada sin pronunciar palabra, perdida en sus propios pensamientos, navegando en sus ideas secretas y en sus más profundos deseos y dolores. Solamente quedaban quince minutos para que empezara la ceremonia y el entorno estaba más tenso de lo que estaba la misma novia. Las damas de honor tenían todo listo y se pusieron de pie una a cada lado de la novia. El novio estaba de pie frente al altar a esperar ver cómo ingresaba su futura mujer por el largo pasillo cubierto por una alfombra roja de terciopelo. El padre de ella estaba en posición y extendió su brazo para que su hija pudiera apoyarse en él. La tierna niña miró hacia el cielo unos segundos, luego volteó su cabeza y observó por última vez la escalera que estaba tras de si, carraspeó, le pidió un espejo a la dama de honor para observar su rostro por última vez, comenzaba a despedirse lentamente de su esencia individual, de lo que alguna vez fue, para convertirse en un complemento, en un ser que viene por adhesión a otro, luego devolvió el espejo y tomó posición para hacer ingreso. Su padre le entregó el ramo y su rostro se desfiguró.-¿Y tú que haces aquí? ¿Por qué me tomas el brazo? ¿Qué se supone que está pasando?-Preguntó la novia con la mirada completamente perdida, y su cara reflejaba una confusión enorme.-Pero si es tu padre, ¿Qué te pasa? Contrólate y haz lo que debes hacer. Mira hacia delante y concéntrate, no empieces con escenitas de teleserie venezolana-Dijo la madre entre susurros, pero sin ocultar su molestia. Las puertas estaban abiertas de par en par y los invitados estaban mirando impresionados el último suceso, quizás podría ser un nuevo chisme para los viernes de happy hour, o tal vez podría ser el rumor que iniciara la conversación entre un grupo de amigas de la madre de la novia. El sacerdote tenía la Biblia en sus manos y estaba esperando que todo comenzara, mientras el novio caminaba hacia la salida para ver qué podría hacer, ya que estaba siendo humillado en público. Miró a su enamorada y tomó sus manos, le preguntó que qué era lo que sucedía, si es que deseaba postergar la ceremonia o simplemente cancelarla. Ella le dijo que todo estaba bien, que solamente esperaba que llegara Rolando para poder comenzar con su anhelada boda, con el día más feliz de su vida, con esa etapa que marcaría su vida inevitablemente en un antes y un después. El novio se tranquilizó y volvió a su sitio. Los padres de la novia se miraron entre sí y solamente aceptaron la situación. Por el micrófono avisaron que el matrimonio tardaría unos minutos. La novia continuó de pie con una sonrisa en la cara. Pasaron cuarenta minutos y los invitados comenzaban a aburrirse. La madre de la novia había conseguido el número del planificador del evento para que contactara a Rolando, para que, en caso de venir en camino, se apurara, ya que la boda no podía tardar un minuto más.
-Entremos hija, si Rolando después puede ver las fotografías-Dijo el padre de la novia, a lo que ella lo observó detenidamente y dijo:-No quiero ofenderte ni desmerecer tu labor de padre, pero quiero que sea él quien me entregue a Renato, nadie más que él-Se produjo un silencio profundo en toda la iglesia y la madre de la novia se tomó la cabeza con las dos manos y comenzó a llorar:-Mi amor ¿Qué pasa contigo? Rolando no vendrá y tú sabes que es así. Yo sé que no has superado su muerte, pero no vendrá. Nosotros te amamos y estamos contigo-La novia levantó su vestido para poder caminar rápidamente, se acercó al altar, besó al novio en los labios y luego le sonrió. Acarició su perfumada mejilla, se quitó el anillo de compromiso y lo dejó sobre el altar. Besó la yema de sus dedos cerrando los ojos y puso su mano sobre la frente de Renato. Solamente pudo pedirle perdón con su mirada, con sus pupilas dilatadas a causa de la profunda tristeza que embargaba su corazón en ese momento. Caminó de regreso a la puerta de la iglesia y antes de salir su padre se acercó y le acarició el pecho. El corsé del vestido de novia estaba cubierto de sangre, el lado izquierdo de su cuerpo, justo bajo el hombro y sobre las costillas. La novia miró hacia abajo y cubrió con ambas manos su pecho. Se desplomó lentamente en los brazos de su padre, deslizándose entre las finas telas de su vestido, mientras su corazón se rompía en mil pedazos por haber esperado a Rolando, en el día de su matrimonio, y él no llegó. Esa tarde de primavera, mientras el sol brillaba y todos tenían sus mejores atuendos, falleció la novia más linda nunca antes vista sin poder olvidar que su padrino de matrimonio que ella deseaba, no pudo llegar.

(Título "Te quiero a mi lado" de Saiko)

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