martes, 26 de junio de 2007

Podría ser que tu placer me lleve a desaparecer...o a volver a vivir


Al entrar a la habitación estaban mis primos sentados apostando a ver quien ganaría en los videojuegos. Miré hacia todos lados y ahí estaba ella, sentada en el sillón frente a mí, al otro lado de la sala. Me miró y me saludó con la mano sin moverse, ya que tenía cara de estar cómodamente recostada. Una niña se acercó a mí, pero al momento no supe quien era, hasta cuando besó mi mejilla y recordé que era su prima pequeña, luego se sentó en el suelo a ver cómo todos jugaban y a esperar su turno. Me miró desde el sillón y cruzó las piernas con cara de querer conversarme, ya que hacía bastante tiempo que no nos veíamos. Le sonreí y le dije que se sentara a mi lado para hablar de lo que fuera. Caminó lentamente dejando el sueño en el asiento dond estaba, porque había pasado toda la tarde cuidando a los niños pequeños. Me puse de pie y me abrazó tan fuerte, que me encantó. Sus abrazos eran algo indescriptibles, y lo más extraño de todo, que cada vez que me abraza lo recuerdo, pienso lo mismo, es como si olvidara el poder que tienen sus brazos rodeando mis hombros y mi espalda mientras huelo su cuello sutilmente perfumado. Sus brazos temblaron un poco al estrecharme aún más, y podría jurar que sentí cómo mi pecho se llenaba. Nos miramos un instante y me senté. Ella se sentó a mi lado. Hablamos trivialidades como siempre, comentamos el clima, o cualquier tontería que se nos ocurriera, porque por más que habláramos incluso de alguna estupidez no era tiempo perdido, ya que cada segundo que pasaba a su lado, podría ser uno de los más felices de mi existencia. Sin notarlo casi, se sentó más cerca mío, y apoyó su cabeza en mi hombro diciendo que estaba cansada y que tenía una tristeza extraña anidada en su corazón. No supe que hacer hasta que tomó mi brazo e hizo que rodeara su hombro. Mi pecho estaba alterado y algo dentro de mí latía casi a mil por hora. Algo húmedo sentí en mi brazo, y al mirarla vi sus mejillas y parte de su maquillaje estropeado a causa de su silencioso llanto. "Ven" le dije, y se sentó sobre mis piernas apoyando su cuerpo ladeado sobre mi tronco. Con sus brazos rodeó mi cuello y tomó mis manos para que rodeara su espalda. Su mentón estaba sobre mi hombro y su mejilla posada sobre la mía. En ese momento, podría jurar, que nunca sentí algo así en mi vida, por nada, por nadie, en ningún lugar...nunca. Besó mi mejilla y me observó fijamente. Mi pecho iba a estallar. Tomó mi mano y su prima se sentó a nuestro lado. Los nervios me invadían, ahora un estado de incomodidad se apoderaba de mi mente. La niña pequeña me observó y dijo que sentía tristeza por la muerte de su madre. Ella quitó su mentón de mi hombro y miró a la niñita. Le acarició la cara. Con tan solo diez años tenía más lágrimas que un anciano de ochenta años que nunca hubiera llorado en su vida. Me miró y me preguntó si podría comprarle una paleta de dulce, que quizás así la tristeza se iría de su alma un momento. Le sonreí mientras dejaba a la chica de mis ojos sentada en el sillón. Le dije que no tardaría. Caminamos por la calle y llegamos a una tienda. Compramos unos chocolates y un par de dulces en forma de esfera. Regresamos a la casa y ella aún estaba ahí. Me senté nuevamente y ella se puso de pie para posarse sobre mis piernas nuevamente. La pequeña niña entre lágrimas lamía la enorme paleta que cubría casi toda su cara, y se fue a sentar cerca de los otros niños.
Ella continuaba sobre mis piernas, mientras rodeaba mi espalda. Le ofrecí chocolate y sonrió. Partió un pequeño cuadrado y lo mordió, partiéndolo en la mitad. El trozo sobrante lo depositó en mi boca. Nunca había probado un chocolate tan exquisito. Nunca había comido un chocolate que tuviera un sabor diferente al habitual. Limpié su mejilla con mi pulgar ya que se había manchado. Antes de quitar mi mano de su cara puso la suya sobre la mía y me observó varios segundos. Los niños terminaron de jugar porque la tía de la triste niña del dulce venía bajando las escaleras. La chica de mis ojos no se movió pero al oído susurró que tenía miedo que nos vieran juntos, pero no podía evitar estar sobre mis piernas rodeada por mis brazos. La tomé entre mis brazos y la senté a mi lado. Dos segundos más tarde su tía me saludó amablemente, ya que por una extraña razón yo le simpatizaba. Pidió al grupo de pequeños que ordenaran el salón porque era hora de dormir, y luego me miró mientras me preguntó:"¿Puedo pedirte un favor? Esta niñita tiene cara de enferma-Dijo apuntandola-¿Puedes llevarla a su habitación?". La miré de regreso asintiendo. Tomé en brazos a la muchachita de mis ojos y subí las escaleras. Mientras yo caminaba, ella comenzó a besar mis mejillas. Pretendía dejarla sobre su cama, pero me pidió que me sentara para así poder continuar sobre mis muslos. Besó mi otra mejilla incontadas veces, y toqué un par de veces su nariz con mi dedo, lo que le causó mucha gracia ya que sonrió y dejó de llorar. Besó mi clavícula y luego mi mentón. Abrí los ojos entre el timbre del teléfono y el silbato de la tetera. Mi pijama tenía olor a nicotina. Me senté rápidamente y miré hacia todos lados. Mi habitación era un desastre. Ropa por todos lados y libros en el suelo. Me acosté nuevamente mirando hacia el techo, preguntándome si esa tarde con la chica de mis ojos era un recuerdo o era solamente un sueño.

(Título sacado de "Juego en tus manos" Casino)

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