sábado, 8 de agosto de 2015

I walk the line

Pasé por tantos estados pero extrañamente el primer día sólo sentía curiosidad y ansias. Hablé. Pasaron los días y me sentía entretenida, ingenuamente todo era nuevo, la inocencia se olía. Transcurría el tiempo y sentía una emoción extraña, no me refiero a que la emoción era extraña, sino que estaba emocionada de una manera poco convencional, la semántica puede ser tramposa. Me acerqué a ese fuego, a esas llamas aún celestes que flameaban, que danzaban en la fantasía de convertirse en algo más, en que mi mente fuera capaz de hacer un fanfiction, de ir a mi cama y decidir soñar con que vivía una realidad paralela donde me despojaba, donde había sido capaz de elegir de una manera diferente, de decidir lo que con todo mi corazón intruso y explorador en ese momento deseaba. Leí un par de palabras y me derreti, todo explotó dentro de un perímetro esperable, bajo control. Un par de lagunas mentales me tenían en constante vaiven, las dudas eran paulatinamente enormes pero sentía que tenía los guantes puestos y mi extintor en caso de incendio. Días después tuve un ataque de risa en un trayecto muy cotidiano mientras cruzaba la ciudad y al llegar a mi destino, comprendí que nisiquiera había comenzado el trayecto, que me ardía el pecho, mis piernas temblaban, mi voz se quebraba y mi mirada debía buscar direcciones nulas. Y un espiral en descenso ni empezaba pero era capaz de precentirlo. El único antídoto era moverme, estar, comprar café y no beberlo, comprar maní y no comerlo, guardar turrones en una caja, perder clases, imaginar, pensar, pensar, pensar, buscar una salida sin encontrarla. Meses tortuosos avanzaron, hasta que saque la daga, la blandi sobre la carne tersa y la sangre se derramó a borbotones. Ahí, con el cadáver aún tibio, sentí una de las penas más intensas que he experimentado por mi propia culpa y parte de mi alma aliviada abandonó mi cuerpo, para llegar a la estación principal del inicio de una nueva historia que me ha llenado de satisfacción, ilusión, tranquilidad, locura y algo tan incomprensible que aún no soy capaz de descifrar. La primavera de las cosas, el rayo láser que me atraviesa, la estrella fugaz que me encandila, el amor que me golpea, la risa que me enloqueció hasta perder la cabeza y el transitar de la mano con la culpa que con el tiempo pudo llegar a puerto, ingresar en una caja y encapsularse para dejarme ser yo.

No hay comentarios: