viernes, 26 de agosto de 2011



Hay tantas cosas decepcionantes en la vida, tropiezos, errores, arrepentimientos, moretones y golpes. He comprendido muchas cosas en éstos cuatro meses. Aprendí muchas cosas de la carrera que en un futuro desempeñaré por mis propios méritos y bajo mis alas, pero lo que más pude observar es que muchas cosas he dejado de lado y hoy pretendo retomarlas. Puede que haya perdido muchas cosas, otras estoy apunto de perderlas y otras podría eventualmente recuperarlas. Me considero intolerante a la culpa y a las pérdidas fortuitas, sobretodo esas que duelen pasivamente, despacio pero prolongadamente.
El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen
de la pérdida, pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la inquietud de perder
las llaves de las puertas, la horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres, y la escala siguiente
de tu viaje. Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! desaparecieron
la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables. Y un inmenso
reino que era mío, dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto
que amo) me podré engañar. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil,
aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.
(Elizabeth Bishop)
Voy de regreso, a recuperar cada una de las cosas que postergué por ser responsable y atender los quehaceres. Creo que voy encaminada a entender, entenderme y entender a los demás, comprender las razones que tiene la vida, el por qué de las situaciones, la razón de mi temperamento y las características de éste. Estoy a dos pasos de asimilar lo que hay en mi mente, a amarme tal cual soy, a sobreexigirme pero a no juzgar el resultado, a ablandarme conmigo misma y no presionarme a cosas difíciles o imposibles de realizar ( no implica que lo vaya a hacer realmente, me conozco). Siento que estoy a dos pasos de poder contemplar la luz y no querer huir por el encandilamiento. Estoy practicando de qué manera debo mantenerme de pie frente a la verdad sin salir corriendo, para que cuando ese día llegue, pueda inhalar, exhalar y continuar caminando, como lo he hecho siempre.

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