martes, 18 de enero de 2011

Todas las cosas con las que me sentía bien siempre suelen desaparecer



Ya no entiendo las obras del destino, porque sinceramente pone sobre mí una nube negra que no se disipa ni con el sol más claro y puro, con los rayos más fuertes y amarillos. Es complicado intentar continuar, porque todo a mi alrededor se desmorona, comienza a caerse todo a pausa y luego de rotos los cimientos, se eleva el humo blanco y los trozos de muros explotan frente a mí. Y todos esperan algo de mí, que esté ahí, que siga de pie, que no diga nada pero que me quede, que diga todo lo que sé, que pueda decir “todo estará bien”. Ya no me siento más fuerte, nunca más, al menos no por ahora. Desearía que simplemente se apreciara el hecho de estar acá, de solamente respirar y parpadear, mientras las cosas que yo adoraba parecen desaparecer, cuando los hechos gritan tan fuerte que todo cambiará, que no hay vuelta atrás y que todo será terrible, que me prepare para cosas malas, para dolores intensos y para desolación. No sé hacia donde mirar, ni qué aire respirar ni cómo enrollar mi pelo en mis dedos, porque todo cambiará, pronto, todo será diferente y ya lo está siendo. Mi mente no me deja tranquila y sueño una y otra vez con mis fantasmas que no pude vencer, con los que me trajeron hasta acá, con aquel espectro que me golpeó tan fuerte, que vi el fracaso, que borró el brillo triunfador de mis ojos. Sé que debería agradecer el hecho de recordar que soy humana, de que puedo equivocarme y perder. Pero no nací para eso, no nací para el fracaso, no nací para perder como todos, no nací para ser una más del montón, alguien común y corriente, mediocridad ante todo. Yo nací para brillar, para triunfar, para correr hacia la perfección, y si me obsesiona eliminar todo error, lo seguiré haciendo, porque es lo que mejor sé hacer.

(Título sacado de "Better alone" de Mel C)

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