sábado, 4 de diciembre de 2010

Te veo cuando tengas 40

Hace años me declaré profundamente enamorada. Cada vez que estaba sola o acompañada sonaban en mi mente las palabras adecuadas. Fue un amor extraño, de esos que a pocas personas le pasan pero que todos entienden, porque son naturales, de esos que puedes leer en literatura antigua o que existen en las películas.
Hice todo para estar a su lado, desde lo más básico hasta lo más rebuscado y yo nunca estaba conforme, siempre sentía que podía hacerlo mejor. Y claro, para una mente quinceañera, tener un amor implica que perderlo hará automáticamente que todo atisbo de vida acabe. Eso sentía yo. Y pensaba que estaba enamorada y ahora miro hacia atrás y puedo comprender que era un capricho adolescente. Todos se sienten atraídos alguna vez en su vida por sus profesores, pero yo no. Yo me sentía enamorada y me imaginaba toda mi existencia a su lado. Desde el momento en que me besara, hasta que me pidiera que viviéramos en la misma casa, todo. Y te hace tanto sentido, y es algo tan posible a esa edad, son situaciones que tu piensas “¿Y por qué no podría pasar?”. Pero, si continúas creciendo y miras hacia atrás, como lo hice hoy, te das cuenta que prácticamente es una anécdota en tu vida, y puede que te sonrojes de recordar que no compartías en el recreo con tus amigos por conversar con tu profesor, que te esforzabas al máximo en los informes y evaluaciones que hiciera para poder ser su favorita. Son cosas propias de la edad probablemente pero no me arrepiento, porque pude indagar enormemente en quien yo era y qué era lo que realmente quería.
Y ahora, luego de unos años, tengo contacto nuevamente con mi amor platónico de la adolescencia, se casó y pronto tendrá un hijo. Y claro, yo también seguí mi vida, y nunca me morí de amor como pensé que pasaría por no tener una relación con mi modelo del complejo de “Edipo”.



(título sacado de "See you when you're 40" de Dido)

No hay comentarios: