martes, 28 de diciembre de 2010

Te diré lo que quieres oír pero no necesariamente es real

Es un grado de cansancio tan grande que no tengo energías para enojarme como antes. Esa sardónica imagen invade el espejo sin poder recordar nada sin sentido alguno entre una línea difusa de obligaciones que suenan en mi cabeza una y otra vez, incansablemente, de forma infatigable como un estímulo que azota las redes nerviosas cada vez que es emitido. Probablemente estoy bien perdiéndome una vez más entre hojas, líneas y estudio. Puede que necesite relajarme más, ser más mediocre y no preocuparme tanto por lo que a todos les despreocupa. Me sorprende la ausencia de indiferencia que poseo para ese tipo de cosas y los estragos que puede causar mi rigidez mental, a tal punto que si no es como yo digo, me descompenso en todos los ámbitos existentes. Y todo debe ser como yo quiero, porque en el fondo sé que tengo razón, que hago las cosas con un motor fundamental que yo conozco, interesándome poco sinceramente si pueden o no entender mi obsesión por el triunfo y mi pánico magnificente al fracaso, a ser una más del montón, a compararme de forma autocompasiva con las derrotas ajenas, formando un ejército de perdedores, al que tengo certeza absoluta que no nací para pertenecer a él, de ninguna forma y con ningún cargo aparente. Y si me volviera loca por querer ser la mejor, no me importa drogarme con pastillas y perder la cordura: ése es mi sueño y lo voy a cumplir.

(Título sacado de "I'm alright" de Stereophonics)

No hay comentarios: