jueves, 18 de febrero de 2010

Solo recuerdo que algún día volverás



Y si esta tarde quiero llover, brillaré en el cielo mientras caigo desde las alturas hasta lo más profundo del suelo, en los primeros cimientos de la vida misma, por allá donde nacen las raíces y solamente recuerdo lo que no puedo olvidar. La luz que ilumina mis sentidos parpadea y no puede ser constante. A veces no saber donde es puede ser complejo. Nada podrá ser igual mañana. Esta noche el día ha muerto sin marcha atrás. Solamente quisiera aprender sin equivocarme, tener todas las respuestas a cientos de preguntas que me formulo en cinco minutos, a no tener una limitación imaginativa o creativa, reflexiva e inteligente. No saber por qué lo que quiero se me va es algo que nunca podré resolver, no a esta edad. Puede que extrañe muchas cosas, esas importantes de mi vida, las que me marcaron, las que dejaron huellas en mí, pero solo un par son las realmente importantes. Perder a la persona que más he amado en toda mi vida fue un golpe muy duro, un tiro de gracia, de esos que no esperas, cuando vas de espalda sientes un balazo en los pulmones, entre una costilla y otra, comienzas a sangrar y al voltear notas que has perdido parte esencial de tu vida, algo que nunca regresará, alguien que nunca podrás olvidar porque determinó tu existencia, pudo dejar un legado en tí. Mi tata resuena en mi risa ruidosa, brilla en mis pupilas, respira por mi nariz, habla por mi boca cuando uso sus palabras, se mueve con mis piernas y piensa en mi cerebro con mis neuronas, su corazón está en mi pecho porque el mío dejó de latir el día que se fue de mi lado. Cada vez que me miro en su espejo puedo sentir cómo su aroma se acerca a mí mientras mi reflejo se fusiona con su rostro, con esa mirada tan bondadosa y esa sonrisa espontánea. Puede que haya perdido muchos amores, mascotas, cuadernos, dinero, amigos y un par de juego de llaves, pero lo que más siento es haberte perdido a tí, la luz de mis ojos, la risa de mi risa, la alegría de mi alegría, la razón por la que cada mañana me levantaba con la esperanza de evadir mis preocupaciones con una conversación simplona que me alegraba completamente el día o con un panorama casual. Nadie es más importante que mi tata. A nadie quise más que a mi tata. Si alguna vez le dije a alguien que lo amaba, era en un grado muy inferior y mediocre en comparación a lo que amé, amo y amaré a mi tata. Solo recuerdo que algún día que volverás. Pretendo que me muestres las salidas a las encerronas que puedo encontrar, que me regales una escalera para escapar del laberinto haciendo trampa para vernos, para contarte todas las cosas que debo, para que me digas todo lo que quieras decirme, para que nos riamos hasta no poder más de cualquier pequeñez. Si hoy no quiero hablar, es porque quiero hablar contigo, solo contigo y si no quiero ver a nadie es porque solo quiero verte a tí, y en ese caso, me pondré de pie frente a tu espejo mientras pienso en tí extrañándote y odiando el día que te perdí. Espero con ansias volverte a ver, abrazarte. Mi luz se apagó, hace mucho pero mucho tiempo, y no me importa, porque si tú no brillas, yo tampoco brillaré. Acompáñame, obsérvame y no me dejes. Voy caminando y me doy cuenta que no estás. Mirarte es sentir la fortaleza que necesito. El camino no vuelve a ser igual. Solo recuerdo que algún día volverás.


(Título sacado de "Un minuto de silencio" de Beto Cuevas)

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