viernes, 8 de enero de 2010

Sigue en mí la quietud


No fue que de la noche a la mañana decidí reinventarme. No es que me haya reinventado realmente. No soy un cliché como el repetido ave fenix que renace de las cenizas. Creo que nunca hubo cenizas porque no me he quemado. Quizás jugué con fuego. Nunca quedaron cenizas de mi cuerpo, solo quedaron heridas y llagas en mi piel, costras que estaban sanando y yo a ratos pensando en el pasado las arrancaba con lo poco y nada de uñas mordidas que me quedaban. La herida se abre nuevamente, se infecta y hay riesgo de amputación de extremidades. Creo que mis brazos fueron los más afectados y dañados, junto con mi cabeza y mis ojos que practicamente se secaron.Aprendí que no debo buscar nada, debo guardar mi lupa de bolsillo para nunca más jugar a ser Sherlock Holmes porque no tengo un Watson que me asesore ni me acompañe en este caminar sin sentido en las oscuras tinieblas.No fue que de la noche a la mañana decidí reinventarme. No es que me haya reinventado realmente. Solamente resulto ser que me cansé de soñar en vano deseando tener la vida que proyectan bajo los flashes las estrellas de Hollywood en E! Entertaintment. Vivo solamente lo que me tocó vivir. No es malo pero tampoco excelente. Puede que mañana mi ocaso pueda amanecer. No lo ansío como antes. Estoy tranquila o al menos pretendo estarlo. Finjo ser una taza de leche y eso me calma. Quizás no avance nunca, quizás el sexo no tenga sentido, puede que los besos sean un vacío esbozo de lo que realmente hay en mi corazón (nada). Tal vez aparecer a las 8 de la mañana luego de la euforia de una fiesta con olor a vodka en mi piel mientras miro el techo y las paredes sin saber en donde estoy me ayude a romper la monotonía cuando duermo en sábanas que no son mías.No fue que de la noche a la mañana decidí reinventarme. No es que me haya reinventado realmente. Intento con todas mis fuerzas de no castigarme por errores del pasado-sean míos o no-de manera física y psicológica, con torturas diarias y prohibiciones. A veces puedo. Otras no. He aprendido a controlar los impulsos de mi cuerpo, esos que pretenden que mueva alguna extremidad y me golpee. A veces no puedo. Quisiera poder decir con creces que soy feliz. Puede que yo sea feliz pero me quejo como una perra malcriada porque tengo todo. Quizás pienso que soy infeliz solo por el hecho de nunca tener carencia de nada y solo conocer el lado bueno. Sin lo amargo, lo dulce no es dulce. Puede que tanta azúcar en mis venas me provoque un shock hiperglicémico y me mate. Por malagradecida, por tonta y por quejona. Puede que una mañana esté enojada conmigo misma y a la otra tuviera deseos de ser mi propia novia, casarme conmigo, tener hijos conmigo, mirarme al espejo y besar mi reflejo.No fue que de la noche a la mañana decidí reinventarme. No es que me haya reinventado realmente.

(Título sacado de "Entre mis llagas" de Leche)

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