miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Por qué no hay nada más grande que las cosas pequeñas?


Un auto grande, una mansión en Malibú (ojala ser vecina de Jennifer Aniston), un perro San Bernardo, una cama de dos plazas, un televisor plasma de novecientas mil pulgadas, un dvd que reproduzca ojala 10 películas simultáneamente, un grupo inmenso de amigos, una billetera abultada de tantos billetes, una cartera enorme para tener todo el maquillaje necesario para un ajetreado día. Todo debe ser grande, todo tiene que tener muchas cosas, todo en abundancia, todo en exceso. ¿Y qué hay de las cosas pequeñas?. Como alguna vez escuche en Vanilla Sky: "Detalles". Siempre existe la tendencia a vivir pendiente de todo lo magnifico, lo grandioso, imaginar haber tenido la vida de Cleopatra entre sus baños en tinas llenas de leche (ESO es un desperdicio...¿Cuantas vacas quedaban secas, casi muertas para que ella se bañara solo un dia? Alguien por favor pregúntele a algún profesor de historia y despues me cuenta), o haber sido Tutankamon para que todos adornaran la tumba con las mayores riquezas del mundo: diamantes, prendas, etc, o si vas más al presente, poder haber vivido como Lady Di, entre la elegancia real y los mil y un lujos que todo eso amerita. Las cosas grandes. Nadie piensa en las cosas chicas, en las pequeñeces que forman las cosas más grandes. Ahora que estoy taaaan estudiosa (es irónico) puedo hacer un texto expositivo a través de una analogía (palabra nueva de mi léxico) entre átomos y las cosas pequeñas. Un átomo equivale a una cosa pequeña. Una molécula, que corresponde a más de dos átomos juntos, equivale a las cosas más grandes. Las cosas pequeñas son tan ínfimas que no las notamos PERO son la esencia de nuestras vidas. Los recuerdos, un par de palabras, una mirada, tres lágrimas.

(título sacado de "Littlest things" de Lily Allen)

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