jueves, 3 de septiembre de 2009

Soy la secreta presencia


Son sueños recurrentes pero no repetidos que suelen asustar a cualquiera, al dueño de cierto cerebro donde se posan algunas imágenes y palabras, sonidos y sensaciones. Nunca he soñado que estoy flotando en el aire con los brazos abiertos y las piernas juntas entre las nubes oliendo el vapor de agua que está en suspención al final de la atmósfera. El insomnio es realmente insoportable, puede que me de ochenta vueltas en la cama y el sueño está perdido, nisiquiera estoy cercana a encontrarlo, cuando siento que por fin lo cazaré entre mis brazos, se escurre con una facilidad que de tan solo sentir rabia, mis ojos se abren de par en par y vuelvo a estar tan despierta como antes. No sé cuantos errores podrían cometer las personas a mi alrededor y no dañarme. A veces me pregunto cuántas lágrimas derrama una persona a lo largo de su vida, quizás pueden bordear las diez y las mil doscientas, quien sabe. Algo grande está esperando en tu cama, ese llamado a dormir, a descansar, a pensar en un jardín de miradas, a recordar los rostros más hermosos que apreciaste a lo largo del día, las fragancias cítrico-dulces de los cuellos ajenos, la secreta presencia que te observa sin que tú lo sepas, esa que se camufla en las cosas, que está en todos lados, que escucha y sabe todo, que siempre está pendiente de lo que puede suceder en tu vida, algo que no podría explicar con palabra, quizás la esencia de los objetos, de los elementos, el alma de las cosas materiales o esa pizca de corazón que puede tener una herramienta. Debería visitar un acuario y sentir en forma desfasada cómo los peces nadan en el fondo de ese mar artificial, cómo se relacionan entre sí, intentar descubrir el enigma detrás de las agallas, de las escamas. Pasar minutos enteros sin parpadear, horas enteras con las manos contra el vidrio deseando estar en el fondo, formando burbujas con la boca, entrar sin llamar, no hablar, no ver, no escuchar, solo estar ahí. Flotar, dejar que el vaivén de las pequeñas ondas submarinas me muevan, me lleven hacia un destino desconocido de agua salada, tener la memoria de un pez que solo dura segundos para que el acuario no me parezca cuento repetido ni lugar común, para recorrerlo una y otra vez, y en cada nuevo nadar, descubrir una y otra vez el mismo lugar pero que tiene una sensación diferente.

(Título sacado de "Secreta presencia" Javiera Parra)

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