miércoles, 5 de septiembre de 2007

No lo puedo soportar, prometo que dije la verdad (Parte II)


-No entiendo por qué me traen aquí-Dije
-¡Siéntate y no digas nada!-
-Pero si yo...-
-Tienes derecho a guardar silencio-
-Pero si yo no la maté-Dije llorando
-Debes contarme toda la verdad-Dijo un policía mientras me golpeaba
-¡Yo la amaba!-
-Dime todo lo que pasó-
-¡No sé! No tengo idea qué hago aquí, yo no hice nada-Dije entre sollozos. El policía harto de mis lágrimas me tomó del brazo de forma brusca y me lanzó de rodillas a un cuartucho indecente, húmedo y maloliente. Me senté en una esquina y me dijo que podría declarar cuando estuviera más tranquilo. Pasó una hora y me sacaron de ese lugar porque Dios es grande y me escuchó. Me sentaron en la misma silla endeble que ni soportaba mi peso y comenzaron a interrogarme. Me volvía loco la idea de no saber porqué ella estaba muerta y me culpaban de aquel hecho tan nefasto.
-Habla, no tenemos todo el día-Gritó
-Dimos un paseo en la noche pero nada era lo mismo. Tuvimos una pelea, pero nada serio. Ella dijo que me amaba pero tenía que irse. No le creí, pensé que me mentía descaradamente, entonces la tomé del brazo y se lo hice saber. ¿Saben? Yo conozco mis derechos y llevo aquí todo un día. No puedo soportarlo, les juro que digo la verdad-
-No te des vuelta en el mismo asunto-Dijo el policía pegándome con un palo en la espalda
-La tomé de la mano y me dijo que no se trataba de eso, y me dio mil explicaciones vacías que nunca lograron satisfacerme. Luego remeció su brazo y comenzó a correr. Yo le había jurado que nunca la dejaría ir. No entendía porqué ella huía de mí, qué hice mal para que me respondiera así, porqué tenía que temerme si yo solamente la amaba e intentaba protegerla de todo mal que estuviera rondandola. Corrí lo más rápido que pude y ella volteó. La pude tomar por la muñeca. No recuerdo exactamente qué paso, de hecho no les creo. Quiero verla. Quiero verla. Yo sé que esto es una emboscada, quieren que diga que la maté porque yo sé que tengo enemigos, sé que es una trampa maldita y no caeré en el juego. Quiero verla, exijo ver si realmente está muerta.
-¿No te basta con haberla asesinado y te haces el que no sabe nada? Descarado-Dijo otro policía y me dió una patada en las canillas. Fue tan fuerte, que me caí de la silla y me tomaba las piernas en el suelo ya que el dolor era demasiado profundo. Segundos después llegó un paramédico y sin premeditación tomó mi pierna dandome la posibilidad de solo escuchar un crujido al momento de poner el hueso en su lugar. Mentiría si dijera que tengo recuerdos posteriores a ese. Sería un farsante. Abrí los ojos y estaba tirado en el suelo durmiendo tapado con trozos de lanas roídas por ratones. Me despertó el tintineo del metal contra un manojo de llaves. Era mi turno de salir a declarar nuevamente. Me llevaron a una sala cubierta por espejos. Apoyé mi cabeza sobre la mesa a causa del cansancio y al elevar la mirada veo una mujer frente a mí.
-Dime la verdad. Es tu oportunidad de reivindicarte-
-Pero si yo no hice nada-Dije llorando mientras me tomaba la cabeza con las manos mugrientas.
-Te otorgaremos un abogado-
-Yo no hice nada, solo dimos un paseo-
-Cuéntame todo detalladamente, puede que todo esto sea un error-
-Tu sí me entiendes. ¡Estás de mi parte! ¡Primera persona en este lugar que me entiende!-Dije emocionado.
-Pero claro-Dijo ella sonriendo del modo más tranquilo posible mientras acariciaba mis manos.
-¡Mierda! Sicología inversa. No puedo creer que caí. ¿Quién eres?-
-Alguien que puede ayudarte a salir victorioso de esto-
-Lo dudo-
-Si me cuentas todo, podré ayudarte. No puedo leer tu mente-
-Me duele la garganta-
-Excusas. Sé bien hombre y habla de una vez que no tengo todo el día-Dijo mientras su amable y dulce tono de hace tres minutos atrás se transformaba en un vozarrón ronco que espantaba a cualquiera. Comencé a toser y me dolía el pecho.
-Lo juro. ¿Qué me dieron de comer?-
-Nada. Debe ser por eso. Y esta estrategia es más antigua que la existencia de los delincuentes como tú. No me engañes. Sé que mientes-
-¡Lo juro! Si quieres puedo declarar por escrito-
-No sirve. Puedes inventar un cuento de hadas con un lápiz y un papel-
-Yo no hice nada-Dije mientras una puntada en el pecho me quitaba los deseos de continuar respirando. Tosí y al ver mis manos, pude notar el origen del calvario. Limpié mis dientes con mi lengua y mi saliva dejó de ser un líquido sin sabor para convertirse en un gusto a óxido producto de la sangre. No pude dejar de toser ni estornudar. La sicóloga se puso pálida y llamó a un par de policías que salieron tras los espejos. Me tomaron uno de cada brazo y me arrastraron hacia otra sala. Desperté, creo, al otro día con un sabor salado a causa de una salmuera extremadamente concentrada, que se suponía que detendría la hemorragia. Me tiraron sobre una silla, y me entregaron unas hojas y un lápiz grafito. Me dejaron solo, pero era evidente que me observaban a través del espejo. Tomé el papel y lo doblé en cuadritos, en muchos, hasta que no era más grande que un boleto de micro mientras hacía rodar el lápiz por la mesa. Desdoblé la hoja roñosamente manoseada y comencé a escribir. No sabía como empezar. Nunca fui bueno para escribir, siempre tuve una ortografía nefasta y un odio infundado hacia las letras. "Noche". Eso fue lo primero que escribí. Una palabra suelta, nada muy revelador. Pasado cinco horas entregué la hoja completa al policía y me llevaron devuelta a la misma sala donde dormí.
La sicóloga que estaba encargada en tomar declaración comenzó a leer el documento que entregué de forma tan impresentable.
"Noche. Fue la noche más horrenda que viví. Caminé a su lado y mis ojos brillantes iluminan su cara. Puedo intuir que no se siente del todo bien, pero pensé que no era nada preocupante. Me paré de pie frente a ella, la miré un instante y sonreí, siempre supe que ella amaba que la observara de esa forma. Quita la mirada y perdemos contacto visual. Tomé su mentón y le pedí que me mirara a la cara, que no me evada una vez más. No entiendo porqué se asusta, su cara cambia. Me ruega que la deje un momento tranquila, que puede mirar lo que a ella se le antoje, que no es un juguete mío...pero ¿Quién dijo eso?, que no es objeto de mi pertenencia como para poder disponer de la dirección que enfocan sus ojos. Me enfurecí y le dice que no comprende nada, que cómo puede decir tamaña estupidez siendo que nuestra relación cada día es más cercana y más hermosa que el día anterior. Me observa y no puedo descifrar lo que sus ojos dicen. No recuerdo, no recuerdo qué sucedió después, solo sé que se acelera el ritmo de mi respiración. No tengo imágenes de eso ¿Estoy enfermo?¿Una laguna mental?. Me acerqué a ella, y da un paso hacia atrás para alejarse. Tomé su mano y le pregunté qué es lo que siente por mí. No recuerdo. Nuevamente no recuerdo. Grité. Eso es lo único que recuerdo, le grité que me responda mientras tomaba su mano. Me dijo que me amaba pero que se hace tarde y debía regresar a su casa. ¡Mentirosa! ¡Es una mentirosa! No le creí nada. Soltó mi mano rapidamente, y no recuerdo. Negro. Solo veo negro con destellos de colores. Solamente me acuerdo de que la abracé. La tomé de la mano y dije que nunca la dejaría ir. La miré y sonreí. Su cara es extraña, creo que estaba asustada. Intentó continuar caminando y la tomé de la mano nuevamente. Me pide que la suelte y le jura que nunca permitiría que se aleje de mi lado. Comienzó a sangrar su nariz sin saber por qué. Me implora que la deje ir porque tiene que llegar a su casa y le pregunté si no le basta con que esté conmigo y con el amor que siento por ella. Me miró y gritó que la suelte. No recuerdo nada. Intento recordar. No sé nada más. Creo que le dije que la amaba mientras la tomaba de la mano. Sí. La tomé de la mano y se desmayó".
Toda esa noche, mientras miraba el techo de ese cuartucho de cuarta categoría pensé en ella, la recordé como el gran amor de mi vida con ansiedad de poder volver a verla. Ella está viva, estoy seguro de eso. Lo juro por el amor que siento por ella. El policía golpeó la puerta y me esposó. Caminé por un largo pasillo y entré a una habitación donde habían más de cien camas. Me dejaron un momento inmovil en la puerta y un hombre robusto me dijo que entrara. Su placa decía "Criminalista forense". No comprendo nada. Me acercan a una camilla pestilente y veo un brazo que colgaba sin ser cubierto por la manta blanca. Una mano blanca con uñas moradas. Sus prominentes venas me provocan náuseas. La muñeca estaba completamente negra con unos dedos marcados. No comprendía para qué me llevaban a ese lugar. El policía quita la sábana y era ella. No, en realidad no era ella. Ella está viva, yo sé que está viva. Mis ojos se desorbitan. No recuerdo. Luego vuelvo a la realidad. La estoy mirando. Es ella. Tomé su mano por última vez y no pude llorar. ¿Cómo murió? En su muñeca tiene incrustados unos dedos y la forma de un anillo cuadrado. Acerco más mis ojos a las marcas y paso mi dedo por el agujero que dejó el anillo. No puedo creerlo. Mi mano derecha tiene una mancha blanca cuadrada de la misma forma, el único trozo de mi mano que no está tostado por el sol. Mi anular, mi dedo anular tiene esa marca. Me tiro de rodillas al suelo y no puedo creerlo. No lloro. No tengo lágrimas. Me aprieto el estómago y no puedo creerlo. Me mareo, me siento pésimo. Apoyo mi frente en la baldosa fría con olor a morgue, elevo la mirada y vomito. Vomito sobre los zapatos del policía. Intento no cruzar mis ojos con los suyos, sé que no me espera nada nuevo. Cuando limpio mi boca con mi mano, siento un golpe en mis dientes con olor a jugo gástrico y pasta de lustrar zapatos. Me tomó por el pelo y me obligó a lamer las suelas de sus zapatos.
-¡Límpialos!-Gritaba mientras yo estaba en shock
-¿Qué pasará ahora?-Pregunté asustado
-No hables. Ya hablaste suficiente. Hoy en la tarde puedes hablar. Hoy en la tarde tienes derecho a defenderte-Dijo el criminalista forense. El policía me tomó de la ropa y me levantó del suelo, tomé la mano de ella por última vez y me arrastraron hacia la salida.

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