domingo, 20 de marzo de 2011


Solamente tú puedes apreciar mi oscuridad en plena noche cuando las luces se han apagado, eres capaz de abrir lentamente la jaula donde se esconden mis demonios, los que me quitan fuerzas todos los días y me hacen doler la vida. Me incitas a que los libere unos minutos para que no estén tan oprimidos y no comiencen a crear revoluciones dentro de mí. Cuando salen, se escapan por mi boca y es una situación tan intensa que lloro, sin parar, me ahogo y no puedo respirar. Es como un exorcismo de sentimientos del pasado, de miedos que nunca se irán de mí, de las circunstancias que me hicieron ser quien soy y de las que me perjudicaron en cierto modo también. Me mantengo catatónica en la cama y tú estás ahí, secando mis lágrimas, abrazándome fuerte y hablándome al oído para darme oxígeno, para recordarme que debo recobrar la calma para no asfixiarme. Si no hubieras estado aquí, me hubiera “desmayado de tanto llorar”. Hoy todo se me ha hecho demasiado difícil, es una sucesión de hechos que quiere tenerme de rodillas, sufriendo en silencio y sola, en la oscuridad, donde nadie pueda oír mis sollozos ni verme destruida. Y has estado aquí, y me has dado un año tan tranquilo, tan rico en aprendizajes, en respirar hondo, calmarme, recuperar el aliento y actuar, no ahogarme en mis propias lágrimas, sino que solucionar lo que yo veo como insolucionable. Me empujas al final del túnel cuando yo pienso que no tiene salida. Y nunca es repetitivo ni tarde para agradecer. Te has convertido en todo para mí, en todo lo que tengo, en todo lo que soy, en mi conciencia, inconciencia, alegría y deseos de continuar, en mi calma, en la tranquilidad que nunca pude encontrar. Tú trajiste a mi vida tantas cosas, que nunca antes tuve. Y nunca quiero colapsar, nunca quiero estar hundida, nadie puede verme así y un día permití que tú me vieras así, has sido la primera y única persona que me ha visto pésimo y tengo la convicción que serás el último ser viviente de esta Tierra que me verá así, porque solo contigo quiero compartir ese tipo de cosas. Entraste a mi corazón -y pucha que costó- y hoy no me cerraré ante tí, nunca, nunca más. Me tienes tanto, que no puedo vivir sin mirarte, sin tu risa, sin tu voz, sin tus abrazos. Antes lloraba sola, sin nadie mirando y hoy dejo que me mires, así, sin maquillaje, con el pelo despeinado, en pijamas, manchada con chocolate, y con las lágrimas mojando mi cara. Eres lo mejor que me pudo pasar en ésta vida entera.

2 comentarios:

LoreBradshaw dijo...

wuuww quen tierno , tem pasaste ...

LoreBradshaw dijo...

wuuww quen tierno , tem pasaste ...