martes, 1 de diciembre de 2009

Arriesgando a olvidar todo lo que ha sido


He perdido cientos de cosas. Algunas por mi culpa y otras no. Suelo preguntarme por qué sigo aquí. No quiero cambiar nada de lugar ya que podría alterar la serie de sucesos que harán que mi existencia continúe en forma de una vida cotidiana medianamente aceptable.
Puede que no tenga claridad respecto a si deseo o no recuperar ciertas horas perdidas en pensamientos extraños cuando sentí una ausencia tan grande y nociva sin recibir auxilio alguno. Morí, me destruí. Volé un tiempo con los ojos cerrados y los brazos abiertos, el corazón lleno y las ilusiones sobrepobladas. Sin notarlo sentí cómo el viento movía mi pelo y en caída libre me dirigía hacia el suelo, donde mis huesos serían el estrépito más grande que se pudo oír jamás. Mi columna se destrozó, mis brazos se hicieron polvo, mi corazón se reventó y mi cabeza estalló. Mil pedazos quedaron estampados en los vidrios. Un accidente de ese tipo solamente se vive una vez (espero) porque soy solo una niña que nunca quiso ser gato para cobrar las seis vidas restantes. Estuve inconciente meses, en un coma profundo, del cual no podía huír. Mi cuerpo no respondía y mi alma ya se arrancaba de mi cuerpo para ir a otro lugar, quizás al limbo. De un coma no recuerdas nada. Hoy no recuerdo cómo fue el coma, cuánto dolió ni cómo salí de ahí. Mi cerebro estuvo en pausa todo ese tiempo. Lo único que sé es que cuando me acercaba a la luz, preparándome a morir, escuché algunas voces que me lo impidieron. Con esa dulce melodía desperté.

(Título sacado de "Here with me" de Dido)

No hay comentarios: